domingo, 30 de marzo de 2014

LA JERARQUÍA ECLESIÁSTICA Y EL ESTADO FRANQUISTA: LAS PRESTACIONES MUTUAS.

La dictadura autoritaria que surgiría tras la victoria del bando sublevado en julio de 1936, tendría que aunar a las distintas derechas que habían contribuido a esa victoria en la Guerra Civil.


Dentro de esas familias que contribuyen a culminar el éxito de la Guerra Civil, se encontraba, en un puesto destacado, la Iglesia Católica. De hecho, su contribución fue decisiva ya que proporcionó la conciencia moral al levantamiento militar e incluso fue más allá, para ofrecer un carácter de “cruzada religiosa” a quienes se habían levantado contra el régimen republicano al que se culpabilizaba de todos los desastres de la patria y se le identificaba con el comunismo y con la encarnación del mal mismo.

Una vez terminada la guerra, la Iglesia volvía a imponer sus doctrinas: orden, propiedad, familia, tradición y costumbres, etc., facilitada por la vuelta a la ruralización de España. Así se disponían, una vez conseguido el mimetismo con el poder de la forma en la que a esta institución le gustaba, sin tener que competir con el laicismo y sin democracia, sino con la hegemonía que le proporcionaba el apoyo dado a los golpistas vencedores en la Guerra Civil, se proponían “recristianizar” España, borrando todo rastro de laicismo. Nunca, desde el Antiguo Régimen estuvieron tan imbricados Iglesia-Estado.


Los obispos consideraron la guerra como un castigo contra una etapa de libertades y laicismo en el que finalmente se impone el bien y la Iglesia ocupa su parcela de poder dentro del Estado.

Se presentaba ahora la mejor ocasión de volver a esa unión entre patriotismo y catolicismo que consideraba en la esencia de España y de la que habían estado separados durante tanto tiempo. Para no volver a caer en la “barbarie republicana” e imponer su recristianización, contarán con la censura y con la política educativa.

De esta manera se propusieron acabar con todo rastro de liberalismo que tanto daño les había causado durante el siglo XIX, con la lucha de clases y con los nacionalismos periféricos.

La legitimación del golpe de Estado y del apoyo de las masas católicas al bando sublevado estuvieron amparadas desde el primer momento por el Papa Pío XI que legitimó el golpe y a partir de ahí se construyeron las teorías de lucha contra el liberalismo, el bien contra el mal, etc., y el mimetismo con la políticas dentro del “Nuevo Estado” que le permitió esa ansiada restauración religiosa y la exaltación de las tradiciones cristianas a través de confesiones y comuniones masivas, consagración de imágenes y todo tipo de eventos dirigidos a la educación religiosa y patriótica, unidas, aunque conservando cada una sus propias franjas de poder y apoyo mutuo, en un estado de armonía y cordialidad. Se trataría de una política de concordia bajo la protección oficial, basada en una serie de exigencias mutuas y en el respeto entre los gobernantes políticos católicos y las élites religiosas.

Esa imagen de los primeros años del franquismo, durante la I Guerra Mundial dominada por el mundo rural, la autarquía proclamada por el falangismo dominante hasta que terminara la guerra teniendo como perdedores a las potencias centrales, sería el momento en que el régimen decidiese cambiar su imagen en el exterior e hiciera más visible su parte católica y comenzara un acercamiento a la Santa Sede hasta concluir con la firma del Concordato de 1953. Fue un momento de aislamiento y bloqueo diplomático decretado por Naciones Unidas. Pero pronto iba a cambiar el destino del régimen, debido a los acontecimientos externos. La Guerra Fría haría que el franquismo fuera aceptado e incluso aliado en contra del comunismo internacional y en ese cambio de fachada de la dictadura franquista, la Iglesia Católica haría un gran servicio al Estado.

De todas formas, aún habiendo declarado Franco la mayor de sus disposiciones con respecto a la Iglesia, no fue fácil el acuerdo sobre el Concordato y tampoco su posterior andadura, especialmente en asuntos económicos y sociales. Las autoridades religiosas eran muy celosas de su parcela y de su libertad.

Finalmente, tras el Plan de Estabilización en 1959 y la llegada al poder de los tecnócratas del Opus Dei, la modernización de la sociedad, etc., va a transformar la realidad social mucho más deprisa que evolucionen las instituciones del régimen.

La primera crisis entre católicos y el régimen franquista será en los primeros sesenta de la mano de Acción Católica enfrentada a las fuerzas del orden público así como a los dirigentes religiosos. Estas organizaciones se van a radicalizar escapando al control de la Iglesia y asociándose a organizaciones obreras con las que se sentían más cercanas que con las élites religiosas.

También el nuevo pontífice Juan XXIII alentaba la democracia cristiana y tenía un papel complicado con la defensa internacional de un “Estado católico” como era España.


El siguiente paso en la crisis entre la Iglesia y el Estado sería con la celebración del Concilio Vaticano II, iniciándose un resquebrajamiento de la unidad conseguida tras la Guerra Civil por una parte de la Iglesia que iba a cuestionar el régimen y también va a exigir una transformación de las instituciones políticas. Este distanciamiento se iba a pronunciar con la llegada del nuevo Papa Pablo VI que iniciará una progresiva ruptura con el régimen de la mano del Presidente de la Conferencia Episcopal, cardenal Vicente Enrique y Tarancón. Carrero Blanco acusó a la Iglesia de traición, hecho que parece evidente en ese preciso momento en el que la Iglesia parece querer salvar los muebles distanciándose del régimen dictatorial del que habían formado parte, habían ayudado a crear y durante casi tres décadas fueron apoyo y base moral de la ideología que lo sostenía.




AUTOR: José Luis Romero Carretero.
















miércoles, 26 de marzo de 2014

CATÓLICOS EN LA CALLE: LA MOVILIZACIÓN DE LOS CATÓLICOS ESPAÑOLES; 1899-1923.

La Iglesia Católica vivió un enfrentamiento extremo contra el liberalismo durante gran parte del siglo XIX. Consideraba a éste, y no le faltaba razón, como el causante de su situación de pérdida de privilegios e influencia social así como de su situación económica.

Efectivamente, la Iglesia Católica sufrió grandes pérdidas en el cambio del Antiguo al Nuevo Régimen hasta la firma del Concordado de 1851 y especialmente desde la implantación de la Monarquía y el régimen de la Restauración en 1975.

La recuperación va a ser lenta pero imparable, tanto en recursos económicos, restablecimiento de congregaciones religiosas, educación, etc. Desde 1899 hasta 1923, los católicos se van a ver forzados a utilizar como armas contra el anticlericalismo liberal, tanto las actividades propias tradicionales, como procesiones o peregrinaciones, como la utilización de los métodos liberales que tanto detestaban, como la prensa o la celebración de mítines y manifestaciones. Va a nacer así, por lo menos hasta 1923 y la llegada de la Dictadura una actitud católica militante con espíritu de resistencia y muy combativo contra el anticlericalismo y el laicismo.

Esta nueva forma de sentirse católico respondía a un supuesto acoso al que había sido sometida la Iglesia por el liberalismo y tendrá que sobreponerse y pasar al contraataque con los medios propio y adoptando también los que le ofrece el liberalismo.

Es una obviedad el hecho de que la Iglesia había perdido durante el siglo XIX buena parte de sus privilegios, la supresión del Santo Oficio, abolición del diezmo y las desamortizaciones así como un descenso considerable del clero regular y de las instituciones educativas y la beneficencia.

A partir de la firma del Concordato con la Santa Sede en 1851 comenzará una lenta recuperación del terreno perdido, especialmente en el último cuarto de siglo bajo el régimen de la Restauración en el que se crearon nuevos seminarios, se restablecieron órcdenes religiosas, mejoró la capacidad económica y sobre todo, pudieron volver a influir en la sociedad a través de la creación de centros educativos y de la beneficencia.

El anticlericalismo a su vez, veía como la Iglesia recuperaba posiciones e incrementaba su poder moral y económico y respondió con protestas anticlericales durante todo el primer decenio del siglo XX, la primera de ellas sería en Zaragoza en 1899 y que daría lugar a que el partido liberal amagase con tímidas reformas secularizadoras a lo que la respuesta católica sería contundente.

La defensa y ataque católicos vendrían desde distintos frentes. Primero de todo, a través de su propia tradición litúrgica y devocional, utilizando desde las viejas tradiciones cristianas procesionales y lugares de peregrinación hasta las irracionales apariciones y milagros. Se fueron creando devociones a la medida, como el Sagrado Corazón de Jesús, el culto a María y la Eucaristía, como forma de protesta y de exhibición de poder, así como forma de atracción de fieles.

Otra forma de protesta y de mostrar sus armas será la utilización de mítines y manifestaciones desde diciembre de 1906 y enero de 1907, respondiendo a la llamada de Acción Católica. Esta sería la nueva forma de sentirse católico español. Realmente, la Iglesia Católica se vio obligada a utilizar estos métodos que no eran de su agrado, ni estaban en sus principios, pero que dadas las circunstancias era la única forma de combate contra el anticlericalismo de la calle, así como el gubernamental. De esta forma, ante las amenazas liberales o la aprobación de alguna ley como la “del candado” contrarias a la Iglesia, responderían sacando a las masas católicas a la calle.

También utilizarían los católicos la lucha moderna a través de la propaganda y la prensa, aunque la creación de un diario de tirada nacional se retrasó debido a las disputas internas y a las distintas visiones hasta la fundación en 1910 del diario El Debate. La movilización política sería muy lenta debida a las disputas internas, aunque existía un buen caldo de cultivo en vista de las masivas manifestaciones que habían conseguido. El movimiento de agitación y propaganda logró máximo éxito en el terreno político la creación de las “ligas católicas” y aprendieron la moderna forma de hacer política desde los ayuntamientos, recurriendo a la movilización de su electorado, manteniendo su independencia votando a favor de unos u otros, dependiendo de sus intereses hasta 1923 que creyeron que había llegado el momento, con la Dictadura, de no practicar las tácticas liberales que tanto les repugnaban.

Dentro de esa identidad católica nacida con el nuevo siglo, aparecerá otro ingrediente que si bien no es totalmente nuevo, hacía mucho tiempo que no se practicaba. Se trata del martirio. Los nuevos cristianos como sus antepasados debían prepararse para la persecución y el sacrificio. De ahí la militancia activa contra el peligro anticlerical que por otra parte parecía cierto ante la violencia que tenían que sufrir en actos públicos como las procesiones y que obedecía a largos siglos de opresión y saqueo que la Iglesia Católica practicó contra los más humildes.

En resumen, los católicos españoles nunca fueron demócratas y siempre estuvieron muy a gusto asociados al poder político y parasitando de los más pobres.


 Autor: José Luis Romero Carretero.

martes, 11 de marzo de 2014

LA DERECHA ESPAÑOLA EN EL CONTEXTO EUROPEO DEL SIGLO XX

1. La Derecha regeneracionista (1898-1923) 
La crisis del liberalismo en Europa: neoconservadurismo, catolicismo social y derecha radical. Regeneracionismo y conservadurismo en España. El catolicismo social. El sindicalismo libre. El carlismo. Del regionalismo al nacionalismo: Cataluña y el País Vasco. La crisis del parlamentarismo en España.

2. La Derecha primorriverista (1923-1931) 
La nueva derecha europea: anticomunismo y fascismo. La derecha española y el golpe de Estado. La lucha contra el caciquismo. La Unión Patriótica y el Somatén. La oposición conservadora El carlismo La caída de la Dictadura y el error Berenguer.

3. Primera Transición de la Derecha (1931-1937)
El auge de los fascismos nacionales en Europa y la extensión de los modelos corporativistas. La reorganización de la derecha española: Acción Nacional y la Comunión Tradicionalista. La reacción contra el reformismo republicano.
El nacimiento del fascismo español. La derecha en el segundo bienio. La etapa del Frente Popular. La derecha y la conspiración militar. La marcha hacia la Unificación.

4. La Derecha franquista. I: nacionalsindicalistas y nacionalcatólicos (1937-1967)
La derrota del fascismo y la emergencia de la derecha democrática europea. La naturaleza del franquismo. Cauces de participación y representación orgánica. Una derecha militar. Aspectos ideológicos: de la revolución pendiente a la tecnocracia.

            



 1. La Derecha regeneracionista (1898-1923) 
1.1 La crisis del liberalismo en Europa: neoconservadurismo, catolicismo social y derecha radical.

La decadencia del liberalismo clásico en Europa tal y como se había conocido en los siglos XVII y XVIII era una evidencia a finales del XIX.

En realidad, hacia 1880, lo esencial del liberalismo se mantenía, aunque había sufrido importantes cambios en la doctrina y en su programa desde John Locke en el XVII y los filósofos franceses del XVIII.

El liberalismo económico originó muchos problemas en la economía occidental y en todos los países se pedía el proteccionismo arancelario para proteger los productos nacionales. Primero se protegió la agricultura y poco después los productos industriales.
A su vez, los países más industrializados buscaron nuevos mercados para abastecerse de materias primas y para vender sus productos elaborados, Alemania, Francia, EEUU, etc., se lanzaron hacia la aventura del colonialismo y el nacionalismo económico mientras que aparecían grandes monopolios.

No sólo España era un imperio en decadencia, las colonias portuguesas eran repartidas por los nuevos países coloniales y por el imperio británico. Otros países como la recientemente creada Italia o la vieja Francia, también vieron frustradas sus expectativas coloniales.

La decadencia intelectual también era un hecho, los principios de “La Ilustración” que habían servido a la burguesía y al liberalismo para acceder al poder eran ahora cuestionados, al igual que el positivismo., mientras que los regímenes liberal-parlamentarios perdían legitimidad. Esta crisis de valores y de ideología llevó a nuevos planteamientos dentro del pensamiento europeo. Así pues, apareció en Francia, lo que ha venido en llamarse, conservadurismo radical o nacionalismo radical. Sus principios estaban dirigidos al retorno a una sociedad preindustrial a la que se presenta como idílica en la que se hace exaltación del honor, de las sociedades tradicionales y especialmente de la nación. También se caracteriza por el odio hacia las democracias liberales y su profundo antisemitismo a la vez que hace un llamamiento al activismo y a la violencia. Esta nueva orientación del nacionalismo difería bastante del nacionalismo romántico y nació en Francia, de la mano de Maurras y Barrés.

La crisis también hizo replantearse la que debería ser la influencia de la Iglesia Católica en España. Al anticlericalismo intelectual y político, se le unía otro de carácter mucho más radical de corte popular que llevaría al empleo de la violencia contra religiosos y contra sus templos durante la “Semana Trágica” en 1909. Dentro del catolicismo nunca hubo figuras de reconocido prestigio intelectual y los pocos que como Menéndez Pelayo defendían la influencia católica en la sociedad y política española, quedaron muy tocados tras el Desastre.  Tampoco se consideró necesaria la creación de un partido político o asociación política que aglutinara a todos los católicos españoles debido a su configuración polinuclear en multitud de grupos, desde el carlismo, los conservadores, etc., que podría haber desembocado en la aparición de un partido de corte europeo social-católico. En lo relativo a la transmisión de la ideología, fue Herrera Oria y el periódico que dirigía, “El Debate”, los encargados de la acción propagandística desde la perspectiva conservadora católica.

El catolicismo social había aparecido de forma paralela al movimiento obrero, en parte para compensar las duras condiciones de vida del obrero industrial y sus familias y también como contrapartida al crecimiento del sindicalismo socialista y anarquista. En este contexto donde se pretendía configurar formas de religiosidad interclasista para atraer a la clase trabajadora, el paternalismo patronal va ser una constante en la dirección de estas organizaciones por lo que su penetración dentro de las clases trabajadoras va a ser muy limitado, especialmente en la industria.

La derecha radical en España va a aparecer con la caída de Maura tras la “Semana Trágica” en 1909., surgiendo el maurismo como grupo político diferenciado y no de la mano del propio Maura sino de las Juventudes Conservadoras formadas por jóvenes de la clase media y alta que de momento no tenían ninguna trascendencia política. Pronto despuntaría Goicoechea con una ideología que se basaba en llevar a cabo la “revolución desde arriba”, centrándose en el interiorismo y la vuelta a los valores patrios donde la Monarquía y la Iglesia Católica es la propia esencia de la Patria. También Calvo Sotelo hacía una dura crítica al liberalismo y pretendía un Estado fuerte por encima de los intereses del libre comercio y la crítica a todas las corrientes intelectuales europeístas.


1.2 Regeneracionismo y conservadurismo en España.

El objetivo de las derechas españolas tras el Desastre del 98 era la búsqueda de un proyecto de vertebración nacional. Todo parecía indicar la caída del régimen de la Restauración a manos del carlismo, el republicanismo o los militares. Sin embargo, finalmente, tras la caída de los liberales fueron los conservadores dinásticos los que pudieron llevar a cabo su programa político a través de Francisco Silvela, basado en la reforma de las administraciones públicas, el sufragio corporativo y la descentralización administrativa y la atención especial a la agricultura, industria y comercio para combatir el caciquismo. Para ello, llevo a cabo un acercamiento a todas las fuerzas conservadoras, desde los militares, con Polavieja a la cabeza, neutralizando así, un posible golpe de estado, hasta los regionalistas catalanes. En contra, tuvo a los republicanos, liberales, anticlericales o las cámaras de comercio.

En mayo de 1902, Alfonso XIII jura la Constitución de 1876 al cumplir su mayoría de edad comienza su reinado rodeado de una “camarilla real” y despreciando las Cortes. Se sentía, monarca por “la gracia divina” y cercano a la institución militar. Por todo ello, el nuevo líder conservador, Antonio Maura que creía en el poder civil por encima del militar y en cierta medida hasta podría ser en el fondo un liberal, aunque creía que el catolicismo era el eje central del nacionalismo español y la Monarquía una institución cuasi divina. El maurismo, nace del agotamiento del liberalismo doctrinario y de su crisis y aplicando la “revolución desde arriba”. La represión después de la “semana trágica” contra la protesta de republicanos, socialistas y anarquistas por el conflicto de fronteras en Melilla y la movilización entre las clases trabajadoras llevó a la dimisión de Maura. De esa forma nacerá el maurismo.


1.3 El carlismo.

Después de un siglo de lucha contra el liberalismo centralista los carlistas esperaban la caída del Régimen tras el fracaso del 98, aunque ahora ya no disponían de la fuerza suficiente para provocar una nueva guerra civil. Una nueva forma de actuación iba a aparecer en las filas del carlismo para la modernización y movilización. Se llevó a cabo una adaptación a los nuevos tiempos, marcada por la actividad política propia de un partido, más que por la insurrección violenta practicada con anterioridad y por una evolución de las ideas de la mano de Enrique Gil y Robles y de Juan Vázquez de Mella que defendieron el carácter tradicionalista y la sociedad organicista, basada en un Estado con menor poder en favor del regionalismo y una sociedad estratificada jerárquicamente en clases sociales y estamentos.

Teniendo claras las diferencias básicas de los orígenes y de los propios planteamientos de cada formación política, el carlismo se sintió cercano al partido conservador en general y al maurismo en particular, lo que le enfrentaba a su vez con estos  para la ampliación de su base social. De forma paralela tuvo que competir con los nuevos nacionalismos periféricos con los que le unía el regionalismo y su carácter marcadamente conservador.


1.4 El sindicalismo libre.

El “sindicalismo católico libre” forma parte de la actividad social católica y conservadora para contrarrestar la creciente influencia de los sindicatos obreros. Inmediatamente, la clase alta, formada por patrones, burgueses y nobles se apresurarán a poner en marcha estos proyectos. Los primeros sindicatos fueron creados en Madrid, Valladolid, Oviedo y Barcelona con el apoyo de los patronos para combatir contra el creciente poder de los sindicatos obreros. El sindicalismo católico tuvo una influencia dentro de la clase obrera bastante reducido y aún así, había amplios sectores católicos que eran claramente contrarios a la existencia del sindicalismo católico libre. Gerard fue su fundador, siguiendo el ejemplo del padre Rutten en Bélgica y se creo muchos enemigos dentro de la patronal y la Iglesia. De la misma forma, el nacionalismo vasco, tradicionalista y ultracatólico, se va a dotar de su propio sindicalismo para luchar a su vez contra el liberalismo y contra el socialismo para afianzar sus valores tradicionales. En otras regiones del norte peninsular van a tener cierto éxito los sindicatos agrícolas católicos, como en Castilla la Vieja, Navarra o Aragón, organizados por pequeños propietarios y terratenientes mientras que en las tierras del sur, dominadas por los grandes latifundios, los braceros y jornaleros no van a formar parte de ese sindicalismo. En esta dirección, dentro del mundo rural, va a nacer en 1917 la “Confederación Católico-Agraria” que pretendía ser una organización interclasista que fue dirigida por los grandes terratenientes del campo y ofreció durante los veinte años de su existencia una amplia base social católica.

Dentro del sindicalismo derechista apartado del catolicismo, nació en Barcelona de la mano de obreros tradicionalistas los “Sindicatos Libres de Barcelona”, muy enfrentados a socialistas y anarquistas y el fenómeno del pistolerismo en el que los patronos contratan asesinos a sueldo a para atentar contra los principales dirigentes de los sindicatos obreros.


1.5 Del regionalismo al nacionalismo: Cataluña y el País Vasco.

El origen de los nacionalismos periféricos se basa en las diferencias culturales, lengua propia y distinta legislación correspondiendo la iniciativa a los catalanistas.

Se trata de movimientos conservadores en sus orígenes y muy enfrentados al liberalismo. En el caso catalán, La Renaixensa comienza ya en 1933 con un marcado carácter católico y conservador. Desde el principio, no faltaron intelectuales, escritores e ideólogos que se unieran al catalanismo., llegando en 1891 a crear la “Unió Catalanista” que va a plantear ya a estas alturas grandes cotas de autonomía para Cataluña aunque sin poner en duda el régimen político. Eso sí, siempre contra el poder unitario y centralizador del Estado y siendo sus principales ideólogos, seguidores del conservadurismo radical francés de Maurras y Barrés. Su máximo ideólogo fue Enric Prat que aún siendo antiliberal y antiparlamentario, no era separatista, creía en un Estado federal. Tras el Desastre del 98 y la pérdida de las colonias dio nuevo impulso al nacionalismo catalán.

En 1901 se crea la Lliga Regionalista con el objetivo de organizar un frente catalanista interclasista. En menos de un año había ganado las elecciones locales de las cuatro provincias catalanas, rompiendo en Cataluña el bipartidismo clásico de la Restauración. Al mismo tiempo nace de la mano de Alejandro Lerroux un republicanismo anticatalanista que le disputará el espacio político a la Lliga.

El origen del nacionalismo vasco fue muy diferente al catalán y nunca contó con el apoyo y la simpatía de los intelectuales a diferencia de éste. Se trata de la obra personal de Sabino Arana, procedente de una familia burguesa de ascendencia carlista, aunque no habían faltado algunos intentos liberales que no tuvieron éxito.

Como heredero de una familia carlista, tenía una marcada educación tradicionalista, católica y antiliberal, aunque sin una buena base cultural e intelectual que hizo que su ideología fuese confusa y de hecho, cambiante a lo largo de su vida. Sus planteamientos., además de independentistas eran de signo racista, defendiendo la “raza vasca” por encima del resto de habitantes de la península, incluso defendió el hecho de que los catalanes formaban parte del resto de España. Además, era un marcado antiliberal que veía en el nuevo proceso industrializador del País Vasco un nuevo enemigo de la tradición y nuevamente una amenaza por la afluencia de inmigrantes españoles a las crecientes ciudades vascas. Al final de su vida, Arana se desmarcó de ese odio profundo a lo español y al anticapitalismo, renunciando al independentismo y aceptando una amplia autonomía.


1.6 La crisis del parlamentarismo en España.

Aunque la crisis del 98 había dejado tocado el sistema parlamentario de La Restauración, ya vimos como siguió superando obstáculos. Sería a partir de otra crisis, esta vez provocada por la I Guerra Mundial que había permitido a la industria y el comercio españoles un desarrollo no conocido con anterioridad, debido a la exportación de todo tipo de productos españoles a los países en guerra, cuando el régimen de la Restauración tendrá cercano su fin. Esta buena dinámica de la industria y el comercio, provocó una fuerte inflación, escasez de productos básicos, etc., lo que a su vez dinamitó la situación social que llevó al incremento de la filiación sindical obrera, numerosas huelgas y sublevaciones populares. Esta crisis puso en evidencia las enormes diferencias económicas entre las distintas clases sociales, la agricultura y la industria, las distintas regiones y en fin, el centro y la periferia.
Este clima de agitación social llenó todos los espacios y todas las clases sociales. Las derechas españolas vieron con verdadero pánico los acontecimientos ocurridos en octubre de 1917 en la Rusia zarista. Fue en esa fecha emblemática cuando la crisis del régimen entró en una sucesión de acontecimientos que le llevaron a su fin.




2. La Derecha primorriverista (1923-1931).
2.1 La nueva derecha europea: anticomunismo y fascismo.

La Europa posterior a la I Guerra Mundial va a incidir en la democracia aunque el temor de las democracias liberales va a ser la reciente Revolución Soviética y el ascenso del comunismo tanto en el gigante que será la URSS como el nacimiento de los partidos comunistas en el interior de los estados.

También va a ser el momento en el que hagan aparición los fascismos, siendo el primero el fascismo italiano en 1922, adelantándose en una década al resto de fascismos y que culminará en la creación de un estado totalitario en Alemania de la mano de Hitler y el nacionalsocialismo.


2.2 La derecha española y el golpe de Estado.

El golpe de estado y la instauración de la dictadura de Primo de Rivera supuso el cambio de unas élites políticas por otras., el desplazamiento del conservadurismo liberal y del régimen canovista de la Restauración por una dictadura militar sostenida por nuevos políticos conservadores tradicionales.

Esta nueva derecha va a surgir, gracias a la crisis ideológica y del sistema político de la Restauración posterior a la Gran Guerra y especialmente a la Revolución Soviética.

La crisis económica que siguió al final de la Gran Guerra, producida por la competencia de productos europeos en esos mercados que habían estado favorecidos durante la guerra a nuestro país y la caída de la producción, además de la fuerte inflación interna debida a que los precios de los productos que se exportaban eran mayores que los que podían pagar los ciudadanos españoles llevaron a sublevaciones sociales, huelgas, etc., y a un aumento considerable del sindicato anarquista, CNT.

Esta nueva crisis se vio reflejada además de a nivel político y económico, especialmente y de forma virulenta en el espacio social. Contra todos los movimientos obreros y sus reivindicaciones apareció la acción social antirrevolucionaria católica hasta llegar a crear sindicatos católicos libres para competir con el sindicalismo obrero.

También los intelectuales se alinearon dentro de las corrientes conservadoras y contrarrevolucionarias que venían de Europa tras la Gran Guerra, junto a los militares que se habían establecido en Juntas que finalmente serían reconducidas contra los movimientos obreros de igual forma que lo hicieron el conjunto del empresariado español y el nacionalismo catalán de la mano de Cambó.

Finalmente, tras una última etapa política muy convulsiva e inestable, Miguel Primo de Rivera en 1923 va a llevar a cabo la ruptura con la tradición liberal iniciada un siglo antes y caracterizada por la falta de un programa que sustentase la dictadura y un proteccionismo e intervencionismo paternalista. La dictadura pretendió insaurarse como sistema político lo que fue mal recibido por todos los sectores de la sociedad pese a la buena acogida que tuvo su llegada. El partido de la dictadura sería Unión Patriótica aunque la dictadura intentó el consenso con el PSOE y con la UGT lo que le valió las suspicacias de la derecha.


 2.3 La lucha contra el caciquismo.

La lucha contra el caciquismo y las anteriores élites políticas va a ser clara desde el inicio de la Dictadura. Para llevar a cabo esta ofensiva contó con el apoyo del catolicismo social y del maurismo. Se aprobaron el Estatuto Municipal y el Provincial que dieron mayor autonomía a esos niveles pero el objetivo final de acabar con el caciquismo no se consiguió en absoluto y lo que ocurriría, sería que muchos cacicatos acabasen formando parte del nuevo partido de la Dictadura, Unión Patriótica.


2.4 La Unión Patriótica y el Somatén.

Si la Dictadura no se sustentaba sobre unos cimientos programáticos sólidos, el nuevo partido, Unión Patriótica, tampoco iba a tener una ideología definida. Se trata más bien, de una asociación que recogiera las principales corrientes conservadoras tradicionales y basada en dos principios básicos, el patriotismo y el absolutismo.

Este partido de la Dictadura recoge la herencia ideológica del catolicismo social, el antiliberalismo, el tradicionalismo y el maurismo al que se fueron uniendo como ya vimos los distintos cacicatos aunados detrás del simbolismo de la Monarquía y el Catolicismo.

El Somatén estaba destinado a la represión de huelgas y a la lucha contra el movimiento obrero y el sindicalismo. En 1923, con la implantación de la Dictadura se va a imponer en toda España y va a estar organizada, subordinada y dirigida por mandos militares.


2.5 La oposición conservadora.

El momento en el que resurgirá la oposición conservadora será a partir de 1925 cuando el régimen pretendió perpetuarse en el tiempo con la formación del Directorio civil y la convocatoria de la Asamblea. La aristocracia fue contraria a las nuevas medidas fiscales, aunque sería en ese año 1925 cuando apareciera el antiguo partido conservador. Por otro lado Sánchez Guerra llamaba al liberalismo, mientras que figuras como el Conde de Romanones participaban en un intento de golpe de Estado que sería fácilmente reprimido.


2.7 La caída de la Dictadura y el error Berenguer.

El enfrentamiento entre las distintas fuerzas conservadoras llevaría finalmente a la caída de la Dictadura el 28 de enero de 1930, justo un día antes de que se llevase a cabo un golpe de Estado. El dictador había sido abandonado por todos los sectores que le habían apoyado.

Por un momento, pareció que volvía a tener una nueva oportunidad el conservadurismo liberal, aunque se puso de manifiesto tanto los problemas con los que se enfrentó la Restauración como los de la Dictadura sin dar soluciones. En primer lugar, los viejos sistemas caciquiles habían cambiado y ya no sería operante en la España de ¡930. De igual manera, los políticos conservadores, liberales e incluso los monárquicos, dieron la espalda a Alfonso XIII que había quedado en una situación muy debilitada por su complicidad con la Dictadura.

El gobierno que se formó para suceder a la Dictadura fue de claros tintes conservadores, presidido por  un general Dámaso Berenguer, pero ya era demasiado tarde, los monárquicos se pasaban al lado republicano sintiéndose agraviados con el rey. De esta forma era abandonado Alfonso XIII, mientras que políticos relevantes del lado monárquico como Miguel Maura y Alcalá Zamora creaban un partido republicano, la Derecha Liberal Republicana mientras que los primorriveristas se unían en  Unión Monárquica Nacional. Evidentemente, el mayor error del gobierno Berenguer fue pensar y actuar como si nada hubiese pasado y pretender imponer el sistema caduco de la Restauración. La crisis se acentúo con la convocatoria de elecciones. En febrero, caía el gobierno y hubo de formarse uno de concentración con el almirante Aznar a la cabeza.


3. Primera Transición de la Derecha (1931-1937)
3.1 El auge de los fascismos nacionales en Europa y la extensión de los modelos corporativistas.

Los regímenes fascistas se van a multiplicar por Europa durante el periodo de entreguerras y particularmente en los años treinta tras la llegada al poder del nacionalsocialismo alemán en el año 1933.

El fascismo italiano había sido el primero en desarrollarse y será el que marque los principios doctrinales generales aunque la expresión máxima del fenómeno fascista y el totalitarismo será reflejada en el nazismo alemán.

En España, no será un partido de masas, ni unas elecciones generales las que marcarán el fenómeno fascista, de hecho, falange será un partido minoritario hasta el inicio de la guerra civil. Será el ejército el que aprovechará tanto la simbología, la camaradería y el patriotismo falangistas para utilizarlos a su favor.

El modelo corporativo totalitario al que aspiró Mussolini no llegó a completarse en Italia, aunque si lo haría en la Alemania nazi que completaría el modelo fascista en su máxima expresión. La España franquista extendería el fascismo en el tiempo, aunque con muchas modificaciones sobre lo que suponía un modelo fascista como lo pensaron sus creadores y sin una planificación totalitaria en todos los espacios de la vida nacional.

     




3.2 La reorganización de la derecha española: Acción Nacional y la Comunión Tradicionalista.

Tras la llegada de la República el 14 de abril de 1931 con la victoria de las elecciones generales en las ciudades de los partidos republicanos, se haría más visible el abandono en el que se encontraba Alfonso XIII que tendría que partir hacia el exilio mientras que las derechas se encontraban totalmente fragmentadas e incluso enfrentadas entre sí. Los viejos partidos de notables no eran compatibles con una verdadera democracia en la que cada ciudadano tenía un voto. Así, tanto los descendientes de los viejos partidos conservador y liberal no supieron adaptarse al nuevo régimen mientras que el catolicismo social muy reforzado desde 1875 se mantenía firme en su oposición al liberalismo y ahora contra un régimen que claramente nacía girado a la izquierda.

La huida de los monárquicos fue generalizada y tan sólo el partido creado por Maura y Alcalá Zamora, tuvieron un importante papel en el gobierno provisional mientras que la derecha católica se agrupaba en torno a Acción Nacional, nacía también un partido de notables, el Partido Republicano Liberal-Demócrata y otro de intelectuales, la Agrupación al Servicio de la República. En Cataluña aparece Unió Democrática de Catalunya.

De todas formas, no duró demasiado el golpe psicológico y durante el periodo constituyente las derechas comenzaron su agrupación para continuar durante el bienio progresista, ayudados por la propaganda y por la lentitud de la puesta en marcha de las reformas progresistas. La derecha católica sería la que se organizase de manera más eficaz primero a nivel provincial para más tarde constituir el primer partido de masas de la derecha española, la CEDA que no era republicano sino más bien accidentalista. Los monárquicos sin embargo, con el apoyo de las fuerzas armadas tuvieron una tendencia conspirativa desde el primer momento sin llegar a constituir partidos de masas.

En noviembre de 1933, tras la crisis del gobierno, Alcalá Zamora decidió convocar elecciones generales pero esta vez, la derecha se presentaba muy unida, después de los acuerdos del 12 de octubre e integraban a la mayoritaria CEDA, el Partido Agrario, Renovación Española, Comunión Tradicionalista, etc., mientras que la izquierda estaba totalmente fragmentada y los anarquistas pidieron la abstención. Con este panorama, la derecha obtendría una gran victoria alcanzando la mayoría de votos la CEDA, seguida de los radicales de Lerroux y a larga distancia ya los socialistas y formándose el nuevo gobierno presidido por Lerroux y el Partido Radical.


3.3 La reacción contra el reformismo republicano.

Las reformas puestas en marcha durante el primer bienio republicano, tanto la militar, la agraria, reformas sociales, laborales, separación Iglesia-Estado, etc., van a hacer reaccionar a las derechas que en un primer momento, tras la caída de la monarquía iban a estar fragmentadas y desorientadas.

Distintas van a ser las actuaciones de las derechas, empezando por la labor conspirativa de los monárquicos desde el primer momento, la acción de la intelectualidad conservadora que no pasarían de crear partidos de notables, hasta el nacimiento del primer partido de masas de la derecha española, la CEDA, cristiano, formado por multitud de grupos y con 735.058 militantes y que tendrá como característica el hecho de que nunca aceptaron la Constitución.

Esta unión de las derechas iba a suponer su triunfo en las elecciones del 33 y el parón de las reformas legislativas del primer bienio.


3.4 El nacimiento del fascismo español.

La dictadura de Primo de Rivera aún con ser coetánea de la época de Mussolini y el desarrollo del fascismo italiano, no puede denominarse plenamente fascista ya que aunque tiene un fuerte carácter autoritario e intención de organización obrera al mismo tiempo que una participación del Estado en todos los factores de la vida de la nación y un fuerte patriotismo, sin embargo no aparecen los rasgos de racismo y además tiene un fuerte carácter aristocrático, tradicionalista y católico. Tampoco sería el Partido Nacionalista Español de Albiñana el origen del fascismo español.

Los principios intelectuales han sido buscados en el maurismo y en el pensamiento político de Joaquín Costa, Ortega y Gasset y Eugenio D’ors, sin embargo, la aparición del fascismo vendría después de distintas fusiones entre partidos durante el periodo republicano, desde 1931 hasta 1934. Sería Ledesma Ramos que habría sido influido intelectualmente por Nietzsche, Maurras, Ortega y Unamuno el autor y creador del manifiesto y grupo “La conquista del estado” hasta su dispersión y aparición en octubre de 1931 de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS).

Al mismo tiempo, Falange Española se había formado en torno a la figura de José Antonio Primo de Rivera, hijo del dictador y que comenzó su vida política en círculos monárquicos y cuyo partido estaría plagado de miembros de la alta burguesía y aristocracia madrileña y andaluza lo que llevaría a Ledesma Ramos con un partido repleto de gentes de las clases medias a rechazar la unión con Falange Española reiteradamente hasta que en febrero de 1934 el Consejo Nacional de las JONS acordó la fusión aunque durante un tiempo fue más bien una fusión ecléctica hasta la expulsión definitiva de Ledesma en enero de 1935.



3.5 La derecha en el segundo bienio.

La victoria electoral fue para la derecha, consiguiendo 115 escaños la CEDA seguidos por el Partido Radical. Finalmente, se optó por una coalición CEDA-Partido Radical y como presidente del Gobierno Alejandro Lerroux pero manteniendo el programa de la derecha. Serían dos motivos los que llevaran a este éxito electoral, la unión de las distintas derechas y la decepción de las izquierdas por la lenta aplicación de la ley agraria y la fragmentación de la izquierda.

El bienio conservador supondría un retroceso con respecto a la labor legislativa del bienio anterior, de igual modo que supuso, especialmente, una traba psicológica para los ciudadanos de izquierda que verán parados los proyectos progresistas y esperanzadores del anterior bienio. Aún así, no falto algún ministro conservador-reformista como el de Agricultura, Manuel Giménez Fernández que defendió la ley adaptada a principios católicos.

La insatisfacción general de los trabajadores tanto del campo como de la ciudad, fueron aprovechados por una parte del PSOE que se sentía traicionada por los radicales y que no podía consentir que un partido que no había contribuido a la implantación de la República, y más aún, ni tan siquiera se sentía republicano, fuera a gobernar. Además, el socialismo, o parte del partido, pensaba que la República burguesa era el primer paso para llegar a la verdadera revolución socialista. En esas circunstancias, la crisis en el gobierno, que prendió con la mecha de la reforma agraria en Cataluña, hizo que en octubre entraran en el Gobierno tres ministros de la CEDA, lo que provocó un sentimiento de “declaración de guerra”, produciéndose la huelga general en toda España y en Asturias una insurrección armada que duró dos semanas y que fue muy duramente reprimida.

A todo ello se unió la corrupción del Gobierno con los casos “estraperlo” y “nombela” que a la postre, llevó al presidente de la República a disolver el gobierno de Portela Valladares y convocar nuevas elecciones para febrero del año siguiente.


3.6 La etapa del Frente Popular.

En las elecciones de febrero de 1936 la situación había variado considerablemente, las izquierdas se presentaban unidas y los anarquistas llamaron al voto útil por los partidos de izquierdas. La victoria del frente popular fue muy justa aunque la ley electoral daba ventajas al ganador consiguiendo así dos cuartas partes de los escaños.

La victoria del frente popular sembró el terror en las derechas españolas y desde el principio un sector importante del ejército conspiraba abiertamente, de la misma forma que los monárquicos. Calvo Sotelo pidió la actuación del Ejército, mientras que los votantes derechistas le consideraban como líder y reafirmaban la petición de actuación del Ejército contra el Gobierno elegido democráticamente en febrero.

Los cinco meses de gobierno fueron agitados y de continua confrontación y violencia, aunque en ningún caso pudiera servir como excusa para el posterior alzamiento de la misma manera que no se había producido ningún síntoma de revolución en la izquierda. Desde el primer momento, los militares intentaron imponer la situación de “estado de guerra” para paralizar y evitar la entrada en el Gobierno de la izquierda, aunque no llegaron a conseguirlo, entre otros, gracias a Portela Valladares que se negó. Aún así, la conspiración definitiva contra la República comenzó a fraguarse ya desde febrero, contando con la anterior experiencia de 1932, las aportaciones monárquicas, la relación con el fascismo italiano y las masas de carlistas, alfonsinos, falangistas, cedistas, etc. De este modo, se llevó a cabo el golpe de estado perpetrado por militares africanistas el 18 de julio de 1936, con el apoyo de todas las derechas españolas y cuya cabeza visible era el general Sanjurjo y que llevó a la guerra civil española.


 3.7 La derecha y la conspiración militar.

Las derechas españolas tras la derrota electoral se vieron desbordadas y creyeron que las expropiaciones de fincas para llevar a cabo nuevamente las reformas de la ley agraria del primer bienio, además de otras medidas favorables a la clase obrera o la liberación de presos que habían participado en al revolución de Asturias y la readmisión de despedidos por causas políticas suponían un quebranto importante a sus tradicionales privilegios y por tanto se sintieron aterrados entregando sus únicas esperanzas a la vía violenta y su apoyo incondicional al Ejército y a los militares africanistas que habían iniciado su conspiración y golpe mortal a la democracia republicana.

Ante la perplejidad y desorganización en que había quedado la derecha tras las elecciones, fue la tendencia rupturista de Calvo Sotelo la que triunfó y la postura de las masas derechistas de pedir sin remilgos la intervención militar.

La conspiración militar comenzó en el mismo momento en que el frente popular ganó las elecciones y se destituyó como presidente de la República a Alcalá Zamora. Fue llevada a cabo por militares africanistas y su cabeza visible era Sanjurjo. Se contaba con la experiencia del levantamiento de 1932 y con los pronunciamientos militares del siglo XIX, aunque habían sido los monárquicos los que llevaban conspirando desde el inicio de la República y habían llegado a acuerdos con Mussolinni y el fascismo italiano por los que se prestaba ayuda económica y armas a los conspiradores. Sin embargo, los planes del Ejército no se proponían la vuelta a la monarquía sino una dictadura militar, con apoyo de las derechas pero siendo un movimiento íntegramente militar.


3.8 La marcha hacia la Unificación.

El conjunto de las derechas españolas habían dado su apoyo a la sublevación militar pero la fragmentación en numerosos partidos políticos y distintas ideas, incluso enfrentadas, unida a la crisis dentro de los partidos políticos era un problema al que debía dársele urgente solución ante el fracaso del levantamiento militar y viendo que la guerra civil se presentaba larga y debía existir unión entre todas las derechas.

En primer lugar, numerosos intelectuales dieron su apoyo al levantamiento, son los casos de Ortega y Gasset, Marañón, Pío Baroja, Antonio Machado, Unamuno, aunque la legitimación de ésta vino de la mano de la Iglesia Católica, la cual convirtió la guerra en una especie de “cruzada religiosa”.

El camino hacia la unificación no fue muy largo, comenzó con el apoyo como jefe militar único a Franco, una vez fallecido en accidente de aviación el general Sanjurjo. El 21 de septiembre fue nombrado Jefe de Gobierno del Estado Español y Generalísimo de las Fuerzas nacionales de tierra, mar y aire. Serrano Súñer, su cuñado sería el encargado de llevar a cabo los asuntos políticos mientras que Franco se hacía responsable de las operaciones militares.

El régimen desde el primer momento fue muy plural y Franco siempre actuaría de arbitro entre sus distintas familias pero no dudó en hacer público el “decreto de unificación” el día 19 de abril por el que se establecía un “régimen totalitario” con partido único cuya norma programática eran los 26 puntos de Falange. El arbitraje franquista no dejaría de causar tensiones dentro de las distintas familias que apoyaron el levantamiento y posterior dictadura.


4. La Derecha franquista. I: nacionalsindicalistas y nacionalcatólicos (1937-1967)
4.1 La derrota del fascismo y la emergencia de la derecha democrática europea.

La definitiva derrota del fascismo en la Segunda Guerra Mundial supuso la emergencia de la derecha democrática en Europa y fue un momento en el que se percibió que esa victoria haría caer al régimen franquista que tuvo que evolucionar y desentenderse de todas las características que le unían al fascismo. De esa forma, tras la derrota del Eje, Franco debió intentar acercarse a las democracias occidentales a través de la Iglesia Católica y de su anticomunismo. De todas formas, el aislamiento internacional a que se vio forzado el régimen no se hizo esperar, impidiendo su acceso a la ONU, con la frontera de Francia cerrada y con numerosos diplomáticos que abandonan sus embajadas. No sería hasta 1952, cuando la nueva situación de Guerra Fría y el conocido anticomunismo del régimen lo que le haría ir recuperando una apertura y aceptación internacional, especialmente por parte de Gran Bretaña y EEUU y sobre todo a partir del Concordato de 1953.


4.2 La naturaleza del franquismo.

La naturaleza del franquismo va a venir marcada desde su origen por las distintas familias que apoyaron el levantamiento militar aunque conservando, eso sí, el carácter militar de quienes le llevaron a cabo.

Sería el General Francisco Franco, el que se encargaría de arbitrar entre las distintas derechas que aglutinaba la dictadura, siempre con los militares en situación privilegiada. En un primer momento, va a ser el falangismo el que va a influir de forma importante en el régimen gracias al predominio del nazismo y el fascismo en los primeros años de la Segunda Guerra Mundial y a la decisiva ayuda recibida por ellos durante la Guerra Civil. El régimen cambiaría su imagen externa, escondiendo la parte más dura del falangismo cuando termine la guerra y la victoria sea para los aliados y las democracias occidentales contra el fascismo. Ahora se intentaría dar una imagen católica del régimen y mostrar sus aspectos anticomunistas ya que rápidamente se impondrá la Guerra Fría contra el antiguo aliado Stalin y la URSS.

La relación con los monárquicos fue más complicada, tanto con los carlistas que no se adaptaron bien al régimen como con los alfonsinos a los que Franco no permitió desordenes aunque desde el principio comenzaron con las intrigas, llegando en 1943 a firmar ocho generales en una carta colectiva una petición de restauración de la Monarquía. El pretendiente al trono, Juan de Borbón, denunciaba al régimen que el mismo y sus seguidores habían contribuido a implantar mientras que Franco nunca tuvo en mente proclamar la Monarquía, al menos, mientras el viviese ya que lo que si hizo fue, tras una entrevista con Don Juan, permitir que Juan Carlos, su hijo, se formase en España ofreciendo una posible monarquía no muy definida, siendo en 1947 con la Ley de Sucesión en la que Franco decidía quien sería el heredero al trono. Finalmente, en julio de 1969, Franco designa al heredero Juan Carlos, saltándose el orden sucesorio.

La relación con la Iglesia Católica también está en el origen de la sublevación militar y continuará hasta prácticamente el final del régimen. Fue responsable de la legitimación de la dictadura y de ofrecerle  una cara más amable en el exterior y no faltaron nunca las reticencias hacia el régimen.

Por último, el pragmatismo empresarial característico de la burguesía, también se vería favorecido, especialmente a partir de 1959 y la entrada en el gobierno de varios ministros procedentes del Opus Dei.

Las distintas familias que integraban el régimen luchaban entre sí para conseguir mayores cotas de poder y tuvieron su momento, siempre atendiendo a las necesidades del poder y bajo el arbitrio y la autoridad de Franco.


4.3 Cauces de participación y representación orgánica.

Los cauces de participación estaban limitados a las familias que sostenían la dictadura y de las que he hablado en este trabajo.

Dependiendo del momento político tanto interno, como sobre todo internacional y teniendo en cuenta las luchas fraticidas entre las facciones rivales e incluso entre personajes destacados e influyentes, sería Franco como única voluntad, quien se encargaría de arbitrar y mediar entre todos ellos y poner y quitar en los puestos influyentes y de poder a los miembros de cada una de esas familiar y especialmente y con carácter dominante sobre todos los demás a los militares.


4.4 Una derecha militar.


El verdadero aglutinador de las derechas españolas había sido el ejército y éste a través del general Franco iba a ser quien mediase entre unas derechas con intereses distintos y en muchos casos enfrentados, así como a las distintas personalidades que ocuparon los puestos de máximo poder.

Ya desde la preparación del alzamiento habían sido descartados en los planes todas las fuerzas civiles. El golpe sería exclusivamente militar y llevado a cabo por militares africanistas rebeldes, leales a la causa.

De esta forma, Franco se encargaría durante toda la dictadura de rodearse de consejeros, ministros, etc., de extracción militar, así como otros puestos de responsabilidad.

Tampoco faltaron los militares monárquicos que fueron capaces de firmar una carta conjunta en 1943 pidiendo la implantación de la monarquía. Aunque después de este capitulo ya nadie en el ejército volvería a cuestionar las decisiones de Franco.


4.5 Aspectos ideológicos: de la revolución pendiente a la tecnocracia.

El régimen franquista no nació con una ideología definida sino con un conjunto de ideas de todas las derechas. No se trataba de llegar al poder como partido único que dominara el Estado. Como sabemos, fue el ejército, o una parte muy definida de éste, el que tomará el control y será responsable del alzamiento.

Los acontecimientos internacionales que siguieron a la derrota del Eje y la caída de los fascismos en Europa hicieron imposible la revolución falangista aunque en un primer momento pareciese posible, gracias a las victorias iniciales de las potencias centrales en los primeros años de la guerra.

En esos años fue autorizado como partido único FET de las JONS, (Movimiento Nacional), Serrano Súñer dominaría la política y los aspectos más patentes del falangismos serían muy visibles.

Sin embargo, siguiendo los acontecimientos de la guerra y las luchas internas entre facciones rivales, Serrano Súner sería sustituido en el Ministerio de Gobernación, el régimen cambiaría su postura de “no beligerante” a neutral y se comenzó a ofrercer la imagen de un país no fascista, con la Iglesia Católica como principal legitimadora a nivel internacional.

Se inicia así un proceso de desfalangización y maquillaje del régimen. Falange había perdido ya su supuesto carácter revolucionario, con la mayoría de sus cuadros de mando integrados en el Estado y habiendo pasado su momento en favor de la Iglesia y la Asociación Católica Nacional de Propagandistas.

Un nuevo giro radical iba a dar el gobierno a partir del Plan de Estabilización en 1959 que supondría también el ascenso del Opus Dei o tecnócratas que aglutinaban bien los ideales del Iglesia con el pragmatismo capitalista de la burguesía. Este sería el momento, durante los años sesenta, en el que se descompone la sociedad ruralizada, el éxodo rural, la industrialización y la terciarización de la sociedad.

También va a ser el primer momento, justo cuando los monárquicos, falangistas, Iglesia Católica y amplios sectores de la sociedad pertenecientes a los vencedores en la guerra civil van a cuestionar muchos de los aspectos del régimen, a la vez que la sociedad comienza a modernizarse y la Universidad choca frontalmente con el ideario del régimen. Por primera vez, de la mano de Fernández de la Mora se le va a dar una argumentación y un ideario, sin plantearse tan siquiera su legitimidad pero aseverando su eficacia y la superioridad del régimen con respecto al resto de sistemas políticos posibles. Políticos como Fraga van a admirar el sistema británico y se van a llevar a cabo algunas reformas aperturistas.

Resumen de la Historia de las derechas españolas en el siglo XX. Parte I.
Autor: José Luis Romero Carretero.